domingo, 9 de octubre de 2011

MANEJO DE CÓLERA Y RABIA EN NIÑOS PREESCOLARES.

Cólera y rabia:
Corresponde a una expresión emocional en el niño frente a una frustración, acompañada  de gritos, fenómenos vasomotores y agresividad verbal. Es una manifestación  normal entre los 2 y 4 años de edad en el momento en que se desarrollara en el la necesidad de independencia y afirmación del “yo”.
En el niño el control de la ira se alcanza cuando su conducta  se acepta con serenidad y tolerancia y cuando las normas que se le proponen están al alcance de sus capacidades y dominio de sí mismo del niño.

Muchas veces no sabemos cómo actuar frente a una expresión abierta de agresividad, es decir, golpes, o a un acto de desobediencia, como, por ejemplo, cuando hay oposición y se rompen las reglas sin la menor contemplación y hasta con cierto agrado.
La agresión es normal y necesaria para la adaptación del niño a su entorno. Las reacciones agresivas son esperables, pero cuando se repiten con frecuencia y se convierten en un estilo, podemos decir que estamos frente a un problema.

La agresión es una dimensión de una conducta dirigida a procurar dolor o dañar de algún modo a otro organismo, generalmente para lograr poseer algo que deseamos. Todos, de alguna forma, hemos recurrido a la agresión, ya sea para protegernos de algo o para obtener un beneficio.
Pero ¿Cuándo los niños comienzan a transformarse de bellos angelitos en máquinas que reparten golpes al menor obstáculo que encuentran? A partir del primer año, cuando tratan de obtener algún objeto que les interesa, quien lo tiene es más bien un adversario aun si es un obstáculo inanimado. Entonces, tratan de agredirlo para lograr lo que quieren. Se trata de una agresión instrumental: busca una meta y es muy común en la niñez temprana (2 a 5 años), siendo el origen de buena parte de las peleas el control del espacio y la posesión de juguetes.

Después de los 6 años, la mayoría de los niños se vuelven menos agresivos, ya que sitúan sus capacidades de empatía – ponerse en el lugar del otro- en un contexto más verbal, de manera que usan el instrumento lingüístico como un elemento de control de la acción y, además, entienden el valor de la cooperación en la resolución de conflictos, es decir, entienden que las personas podemos tener intereses contrapuestos que pueden ser negociados.

Factores que influyen en la agresión:
Factores culturales
         Las zonas urbanas, especialmente las marginales
         Factores familiares
         La agresión física
         Los diversos conflictos entre los padres
         Factores individuales
         Medios de comunicación

¿Qué debemos hacer frente a las conductas agresivas de un niño?
          Observar en qué momentos se dan y prevenirlas.
          Evitar que los niños pasen mucho tiempo con niños que demuestran conductas agresivas.
         No usar castigo físico, ya que trae como consecuencia más agresividad.
         Establecer reglas claras en el jardín, y las consecuencias que conlleva no cumplir con ellas.
         En los momentos de rabietas o después de las conductas agresivas, utilizar el tiempo fuera: llevar al niño a un lugar tranquilo – un minuto por año- para que se calme y luego conversar sobre lo ocurrido.
          Ayudar a expresar emociones, explicando que sentirlas – las positivas y negativas- y mostrarlas es adecuado.
         Es útil dar una almohada, o un muñeco porfiado inflable, para que se pueda descargar ira sin causar daño.
         No ceder ante una demanda que se haga en términos agresivos. Si el niño grita pidiendo un caramelo o un chocolate, hay que decirles que lo haga adecuadamente
          Ante un evento agresivo, es importante no perder la calma, agarrar al niño de los brazos para evitar que siga agrediendo o que se agreda a sí mismo. Mirarlo a los ojos y decirle que sabemos lo que estás sintiendo rabia, cólera- y que es mejor calmarse para hablar sobre lo sucedido.
         Si las conductas agresivas no disminuyen, es necesario acudir a un especialista quien haga una evaluación integra.

Realizado por: Vanessa Robles y Paulina Silva.


Basado en los artículos: “Conductas Agresivas en la Infancia” de Eduardo Hernández; y “Autocontrol de la Ira”.
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